domingo, 28 de agosto de 2011


MIGRACIÓN EN ESTADOS UNIDOS


28 de agosto de 2011

Fuente: Actualidad Económica del Perú
Por Francisco Durand
 Sociólogo, fundador y ex presidente de la Soc. Peruana de San Antonio

 “Somos un país de inmigrantes”, suelen decir con orgullo algunos estadounidenses, no dudando de completar estas frases con alusiones a “la tierra prometida”. En realidad, nunca hubo consenso. Desde hace 200 años el país se ha dividido entre movimientos a favor de la inmigración y movimientos “nativistas” antiinmigrantes. En el 2010 este debate arrecia, esta vez con los latinos.

 Hace cinco años el cónsul peruano en Houston visitó San Antonio. Eduardo Rivoldi contó que viajaría a Pearsall, un pueblo con un Centro de Detención en el que los inmigrantes esperaban ser deportados previa decisión del juez. “En Pearsall”, me dijo, “debo visitar a varias familias peruanas”. “¿Cómo?”, le dije, “¿a qué te refieres?”. Me reveló que familias enteras estaban en Pearsall en tanto no pueden separar a padres de hijos. Como el objetivo es deportarlos, todos van adentro.

 Lo ocurrido era parte de una nueva política impulsada por los estados fronterizos, que alguna vez fueron mexicanos, para frenar a los “indocumentados”. A veces menores de edad son deportados a pesar de ser ciudadanos en tanto nacieron en EUA. El gobierno federal también se ha endurecido. De acuerdo con enmiendas de la Constitución realizadas después de la Guerra Civil de 1860-65, cualquier persona nacida en el país es automáticamente estadounidense y goza de “protección igual ante la ley”. Creado ese derecho, un siglo después, comenzaron a ocurrir casos en los que mujeres embarazadas cruzaban la frontera –en cualquier punto de las 1.900 millas que la separan de México– para dar a luz y conseguir el ansiado certificado de nacimiento. Al principio, nadie les prestaba atención, hasta que la derecha comenzó a hablar de ‘anchor babies’, bebés ancla, en respuesta a las movilizaciones de indocumentados que estallaron en el 2006. Fue ese año cuando los latinos tomaron las calles gritando “el pueblo unido jamás será vencido”.  Las movilizaciones eran una respuesta a un endurecimiento de las autoridades de los estados fronterizos, como California, Arizona, Nuevo México y Texas, que arrestaban a los indocumentados, y querían “sellar la frontera” con un nuevo muro y más patrullas. A ello se sumaban casos como el del sheriff Dan Arpiago, de Arizona, famoso por usar la policía para buscar indocumentados. Aparecieron incluso milicias de rancheros y neoconservadores blancos dedicados a vigilar la frontera.

 En realidad, EUA es “un país de inmigrantes”, pero de blancos, así que el debate es más tenso cuando aparecen los “de color”, sobre todo aquellos que llegaron por su cuenta. Entre 1820, cuando emigraron los odiados irlandeses, católicos y peleadores, hasta el 2000 –momento en que predomina el inmigrante latino–, la suma de inmigrantes a EUA era de 66 millones. La mayoría –39 millones– vino de Europa, y a ellos hay que sumar 4 millones del Canadá. Este flujo blanco predominó hasta 1960. Los  otros migrantes comenzaron a llegar desde 1960, siendo 17 millones latinos y 9 millones asiáticos. Muchos latinos llegan  penetrando la enorme, agreste y semidespoblada frontera con México. Al 2011 hay 50 millones de latinos en una población total de 300 millones. Son la “minoría mayoritaria”, y pesan cada vez  más en las elecciones, lo cual obliga a los dos partidos a cortejarlos. 12 millones de latinos votan, representando el 8.7% del electorado, inclinándose a los demócratas.Pero son también un problema, en tanto de los 12 millones de indocumentados, 9 son latinos. Legales e ilegales viven juntos, incluso hay distintos estatus legales en una sola familia, así que no hay forma de separarlos políticamente. Eso les complica el problema a los partidos. 

 Tres factores han desatado el endurecimiento. Empezó cuando estados como Arizona, “invadidos” por gente “de distinta cultura”, comenzaron a perseguir a los indocumentados. Segundo, el ataque del 11 de septiembre del 2001 creó pánico e seguridad en la frontera. Tercero, la crisis económica y fiscal que sufre el país. Ahora EUA necesita menos mano de obra, y muchos ven a los latinos como transgresores que compiten con bajos salarios.  Esos tres factores explican la dificultad de los demócratas de aprobar una reforma migratoria que otorgue una amnistía y el relativo éxito republicano en exigir medidas duras, lo cual genera un empate. Empezó cuando la Cámara Baja, bajo dirección republicana, quiso aprobar en el 2006 una ley que criminalizaba a los inmigrantes ilegales. Fue rechazada por el Senado luego de las manifestaciones. Era difícil encarcelar y deportar a 12 millones. Muchas empresas y familias los necesitan, sea como mano de obra experta y pujante, o como obreros de construcción, cocineros y trabajadores agrícolas, así sean ilegales, o mejor dicho precisamente por ser ilegales al ser más baratos. A la parálisis del Congreso, siguió la deportación a cuenta gotas. En el 2006 hubo más de 250,000 deportados, en el 2009 llegaron a 387,000, y continúa subiendo. En cuanto a los detenidos en la frontera, la tendencia es al revés. El gobierno detuvo a 1´676,000 personas en el 2000. Luego vino el reforzamiento fronterizo del 2001, y para el 2010 la cifra bajó a 500,000. Una señal de aliento.

 Se acercan las elecciones y Obama necesita el voto latino. Ha comenzado a ablandar las políticas antiinmigrantes. Acaba de ordenar que en el caso de ilegales que ”no sean una amenaza” puede suspenderse la deportación. Los nativistas conservadores acusan a Obama de preparar ”una aministía por la puerta trasera”. Quieren eliminar a los bebés ancla invocando la enmienda constitucional de 1868 para que no baste con nacer en los EUA para ser ciudadano americano. Pero no tienen los votos. Mientras tanto los latinos se han organizado y ya no esperan lo que republicanos y demócratas puedan hacer.  Luchan por su cuenta por el DREAM Act, una ley para que los niños que vinieron con sus padres como ilegales puedan ser legales si estudian o se enlistan en las fuerzas armadas. Unos 200,000 de estos dreamers podrían quedarse en los EUA si se aprueba la ley. La batalla continúa en el paraíso, país que también puede parecerse a un infierno si se es latino indocumentado. Mientras tanto los cónsules latinoamericanos siguen visitando las cárceles, digo, los Centros de Detención. Los latinos siguen organizándose. Algunos comienzan a tener apoyo de sus gobiernos, factor que puede ayudar a inclinar la balanza. Esperamos que Torre Tagle se sume al esfuerzo.

lunes, 25 de abril de 2011


Arizona: la lucha continúa

La República

01 de agosto de 2010

La Ley de Inmigración más dura en la historia de los Estados Unidos entró en vigencia de forma parcial el jueves pasado. El fallo de una jueza federal bloqueó la aplicación de sus disposiciones más polémicas. Si bien esta tregua puede ser considerada un éxito en la lucha de los extranjeros indocumentados, todavía está pendiente el debate en el ámbito judicial. Aquí los efectos de la norma que polarizó al país. 

Por Almudena Tiral/ Ghiovani Hinojosa

“A todos esos que nos odian nomás por nuestro color, que Dios los perdone. Para mí esa jueza (Susan Bolton) es una bendición”, dijo la inmigrante Consuelo Quesada al diario virtual “La Opinión”. Ella fue la única de su familia que decidió quedarse en Arizona a pesar de las amenazas que se ciernen en ese estado para los extranjeros. Sus 15 parientes indocumentados prefirieron viajar a Colorado. “Yo no lo hice por mis hijos”, explicó. Ellos tienen doble ciudadanía, es decir, un promisorio futuro legal. Pero, en medio de la tensión que supone sobrevivir en la clandestinidad, Consuelo recibió una grata noticia el miércoles pasado. La jueza federal Susan Bolton ordenó que la Ley de Inmigración de Arizona –la más intransigente en la historia de los Estados Unidos– entrara en vigencia sin sus disposiciones más polémicas. En otras palabras, Bolton bloqueó la norma.

Las principales partes de la ley que quedaron inaplicables son: la autorización a los policías de revisar la condición migratoria de personas “sospechosas” y detenidas por alguna razón, la obligación a los inmigrantes de portar documentos que acrediten su estatus de residentes legales y la prohibición a los extranjeros indocumentados de solicitar empleo en lugares públicos. Sí pasaron el filtro de la jueza Bolton la disposición que prohíbe a los conductores estadounidenses detener sus vehículos para recoger a trabajadores ilegales y la penalización del hecho de alentar a un inmigrante ilegal a vivir en Arizona. La gobernadora del estado, Jan Brewer, ha anunciado que apelará el fallo judicial. La Casa Blanca, por su lado, ha saludado la decisión de Susan Bolton. Así se inicia un largo debate judicial que determinará la validez y aplicación de la ley. Pero los inmigrantes no dejan de estar en guardia, saben que hay un fuerte aparato social y político que hará todo lo posible por arrimarlos a la frontera.

Efectos a nivel nacional 
Katherine Vargas, del Foro Nacional de Inmigración de Estados Unidos, afirma que actualmente en el país hay 22 estados en los cuales se está intentando aprobar legislaciones migratorias conservadoras como la de Arizona. Algunas iniciativas locales están difundiendo terror en la comunidad inmigrante y sentando precedente para otras municipalidades en las que se registran reacciones extremistas. Dos ejemplos son Fremont, Nebraska, donde se aprobó en junio una prohibición de vender o alquilar inmuebles a indocumentados, y Salt Lake City, Utah, donde recientemente circuló una lista de 1,300 “inmigrantes ilegales” con fechas de nacimiento, teléfonos y direcciones.

El Departamento de Justicia estadounidense ha presentado una denuncia contra Arizona para invalidar la ley estatal, declarándola inconstitucional por entrometerse en las competencias federales. Luego del fallo de la jueza Susan Bolton, este proceso será el que resuelva el caso. La iniciativa vino después de que más de 30 jurisdicciones a nivel nacional pasaran resoluciones para condenar la SB1070 –como se conoce técnicamente a la Ley de Arizona–, se unieran a un boicot económico al estado liderado por Los Ángeles e instituyeran prohibiciones de viaje a su territorio. Los alcaldes del país (entre ellos Michael Bloomberg, de Nueva York) se opusieron fervientemente a la legislación en una reciente conferencia anual. Tampoco parece que el torneo de béisbol All-Star Game, que en 2011 debía jugarse en Arizona, vaya a poder realizarse en el estado. “Todos estos pedacitos (del país) están manteniendo vivo el debate migratorio”, afirma Vargas.

Obama ha criticado la controversial ley públicamente y, en el discurso sobre inmigración que dio el 1º de julio, afirmó que “el sistema (de inmigración) está roto y todo el mundo lo sabe”. Muchos le piden acción en vez de palabras. Pero desgastado por una difícil reforma sanitaria y constreñido por el ciclo electoral (las legislativas son en noviembre), todos los pronósticos apuntan a que el presidente no podrá meterle mano a la reforma migratoria hasta el próximo año. 

Efectos en Arizona
Aunque no hay datos oficiales, hay evidencia de que muchas familias inmigrantes se han marchado de Arizona a otros estados o de vuelta a sus países. Petra Falcón, directora ejecutiva de Promise Arizona (PAZ), dice que ella ha visto a un número considerable de familias de su comunidad partir, y que se tendrá un mejor conocimiento de la magnitud del éxodo en agosto, cuando el tiempo escolar comience y se vea cuántos niños no regresaron de ‘las vacaciones’. 

PAZ comenzó su labor hace pocos meses, antes de que se supiera de la ley, con la intención de sensibilizar a los latinos en el estado de su fuerza como votantes. Pero ahora el rol de la organización se ha magnificado. Llevan desde abril organizando una vigilia diaria masiva frente al Capitolio de Phoenix, ciudad principal de Arizona, de 5 am a 10 pm. La vigilia se ha convertido en centro comunitario para inmigrantes en apuro que vienen aquí en busca de compañía, comida, consejo o un hombro en el que llorar. Pero el miércoles pasado, cuando se conoció el fallo de la jueza Bolton, fue el escenario de abrazos y besos con calor latino.

Felipa (apellido oculto por estado migratorio) se gana la vida recogiendo botellas de plástico y latas de Coca-Cola en las calles de Phoenix. Recuerda que una mañana recibió la llamada de su esposo diciendo que la fábrica donde trabajaba estaba rodeada de sheriffs. Una redada lo llevó junto a otros treinta hombres a una cárcel local. Tras ser deportado a México, volvió a su natal Michoacán, que no había visto en ocho años. “Al principio él me decía que quería que volviese con los niños para empezar una vida allí de nuevo”, cuenta Felipa. Tres semanas después, él afirma haber visto tal nivel de desempleo y delincuencia en Michoacán que no puede imaginar a su familia en ese entorno. No saben aún qué harán. Por el momento, una sabia decisión de la jueza Susan Bolton les ha dado un momento de tranquilidad. 

Ilegales en arizona

Según Pew Hispanic Center, los hispanos representan el 4.2% de la población del país. En Arizona son el 30%: aproximadamente dos millones de personas, 10,000 peruanos. Se estima que 500,000 inmigrantes (de ellos 4,500 peruanos) son indocumentados y por lo tanto se verían directamente afectados por la SB1070. Según el New York Times, el trozo de frontera en Arizona es por el que cruzan más inmigrantes desde México. 

LA LEY DE ARIZONA (SB1070)
•¿Cuándo? Se firmó el 23 de abril. Entró en vigor el 29 de julio, un día después de que la jueza Susan Bolton bloqueara sus principales disposiciones.

•¿Qué? Criminaliza el permanecer en el estado sin documentación legal. Requiere y permite que los policías locales y estatales pidan documentos de inmigración y arresten a cualquier persona de la que se tenga “razonable sospecha” de estar en el país ilegalmente. Está pendiente de discusión judicial. 

•Implicaciones: Discriminación racial. Creación de un estado policial. Mal uso de recursos. El embajador de EEUU en México, entre otros, la ha calificado de “apartheid” y “violación de derechos civiles”.

martes, 29 de marzo de 2011


'Redadas silenciosas' ponen presión sobre inmigrantes indocumentados en EE.UU.

Por Miriam Jordan 
 
Jaime López ganaba US$14 por hora, más prestaciones, como empleado de mantenimiento en un edificio de oficinas en las afueras de Mineápolis. Entonces, su empleador fue auditado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés), y López, junto con otros 1.200 inmigrantes indocumentados en las Ciudades Gemelas (Mineápolis y St. Paul), perdió su empleo en octubre de 2009.

Hoy, el inmigrante indocumentado oriundo de México, de 30 años, dice que está teniendo problemas en poner US$500 al mes sobre la mesa con trabajos ocasionales, con frecuencia trabajando por menos del salario mínimo por hora del estado de Minnesota.

Los detractores de las políticas de inmigración estadounidenses, a la izquierda y a la derecha del espectro político, se oponen a estas llamadas "redadas silenciosas" del gobierno del presidente Barack Obama. Dicen que, de hecho, desvían los trabajadores inmigrantes indocumentados con empleos relativamente bien pagos a la economía subterránea. Los conservadores preferirían deportar a los inmigrantes, mientras que otros piden una senda a la ciudadanía estadounidense.

Javier Morillo, presidente del local 26 del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU) en las Ciudades Gemelas, el cual representaba a López, dijo: "Uno esta sacando a personas trabajadoras de empleos que pagan bien y moviéndolos a empleos en los que son explotados".

El representante republicano Lamar Smith, de Texas, uno de los principales enemigos de la inmigración ilegal, dijo que "las auditorías no son un gran disuasivo" de la inmigración ilegal, porque los trabajadores "simplemente salen a la calle y consiguen otro empleo".

En abril de 2009, el gobierno de Obama orientó el foco de la fiscalización de las leyes en el ámbito laboral de arrestar trabajadores indocumentados a poner presión sobre los empleadores. La estrategia representó el final de la política de la era de Bush de llevar a cabo redadas de alto perfil en sitios de trabajo, durante los cuales se arrestaban inmigrantes indocumentados para su deportación.

Las redadas silenciosas han afectado a miles de empresas, principalmente en los sectores de restaurantes, agricultura y mantenimiento de edificios. Los agentes del ICE recogen y revisan los archivos de contratación de personal, en general los formularios I-9 que verifican la elegibilidad para trabajar en compañías estadounidenses. Las compañías con trabajadores no autorizados pueden encarar el procesamiento civil y penal.

En meses recientes, las auditorías han golpeado las operaciones en Minnesota de dos compañías nacionales, Chipotle Mexican Grill, una cadena de burritos de rápido crecimiento, y Harvard Maintenance, una empresa de servicios de conserjería y mantenimiento. Juntas, despidieron a casi 1.000 trabajadores.

En total, hay en curso más de 1.000 auditorías en todo el país, según el ICE. "La mayoría de las compañías no son conocidas por el público general, pero está ocurriendo auditorías en cantidades récord", dijo un funcionario del ICE.

A mediados de 2009, el gobierno notificó al empleador de López, la empresa de servicios de conserjería ABM Industries Inc., con sede en Nueva York, que una auditoría de sus formularios de elegibilidad de trabajadores en Minnesota había revelado más de 1.000 empleados con documentos sospechosos, según el SEIU.

Entre ellos estaba López, quien había cruzado la frontera en 2002 y se había radicado en la zona de las Ciudades Gemelas, donde había escuchado que abundaban los empleos. Comenzó a trabajar como limpiador de oficinas en el turno nocturno, ganando US$10,25 por hora, con prestaciones y afiliación al SEIU. En 2005, fue promovido a un cargo de mantenimiento, encargándose desde reparaciones de alumbrado hasta la operación de equipos durante horas comerciales. Ganaba US$14 por hora.
"Era un área muy buena y estable para trabajar", recordó. "Me trataban bien".

Entretanto, se casó y tuvo dos hijos. Pagó US$2.500 por una furgoneta Plymouth azul modelo 1997. Tras su ascenso, solicitó una hipoteca por una casa de dos habitaciones de US$185.000, que remodeló. Se inscribió en clases de inglés en un instituto local.

En el otoño boreal de 2009, el SEIU notificó a él y muchos colegas que ABM había sido auditada y que quienes no podían demostrar que tenían derecho a trabajar en EE.UU. perderían sus puestos de trabajo.
"ICE determinó que ciertos trabajadores proveyeron lo que ellos calificaron de documentación sospechosa", dijo ABM en respuesta a preguntas sobre la auditoría. "En ese momento, en vez de proveer documentación diferente, algunos trabajadores pueden haber optado por dejar su empleo con la compañía". ABM añadió que todos los empleados fueron reemplazados "bajo los términos de un acuerdo de negociación colectiva".
Morillo, el líder sindical, dijo que la mayoría de los trabajadores se mantuvo en la zona y comenzó a buscar otros empleos. Una encuesta informal del SEIU entre 200 trabajadores despedidos por ABM mostró que solo 6% estudiaba seriamente volver a sus países de origen. Entre todos, tenían 760 hijos que son ciudadanos de EE.UU.

López consiguió trabajo a US$6 por hora para limpiar una taberna, hasta que el jefe encontró a alguien más barato con quien reemplazarlo. Trabajó por tiempo parcial en una pizzería, que cerró. Esporádicamente ha paseado un perro y hecho mandados para un hombre mayor. "Haré cualquier trabajo honesto", dijo.

Para seguir a flote, volvió a hipotecar su casa con ayuda del sindicato. Pero no pagó la cuota del mes pasado. Ha visto amigos perder sus casas, dijo. Como López, pocos se han ido del estado o del país.

Esta semana, consiguió un trabajo de limpieza por un mes en una fábrica por US$8 la hora. "Estoy aliviado de tener algo", dijo durante un recreo.

lunes, 24 de enero de 2011


El FBI interroga a sus anchas a los inmigrantes en territorio de México


LOS PAPELES DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO

Calderón autorizó a los agentes a seguir la pista del terrorismo internacional

JUAN JESÚS AZNÁREZ - Madrid - 
24/01/2011
Fuente: El País de España
Un país tan reacio a la intervención exterior en sus asuntos internos como México permite que agentes del FBI interroguen dentro de su territorio a miles de inmigrantes indocumentados detenidos, en su mayoría centroamericanos, para detectar a potenciales terroristas que pretendan atentar en Estados Unidos, según documentos diplomáticos filtrados por Wikileaks a EL PAÍS, que reflejan también la corrupción dentro de unas fuerzas de seguridad penetradas por el crimen organizado
El Gobierno de Felipe Calderón permite que la policía norteamericana interrogue directamente a miles de indocumentados detenidos en México, según los documentos confidenciales del Departamento de Estado filtrados por Wikileaks. Los sin papelesatraviesan el país rumbo a la frontera con Estados Unidos: 3.326 kilómetros de divisoria y diarias entradas ilegales dirigidas por los contrabandistas de personas, los coyotes.

México es un país muy nacionalista donde laintervención de terceros causa fricciones políticas y sociales, pero los cables de los diplomáticos norteamericanos revelan que el CISEN (Centro de Investigación y Seguridad Nacional) autorizó que los indocumentados fueran interrogados por el FBI y otras agencias de seguridad a requerimiento de las autoridades norteamericanas, obsesionadas con la posibilidad de que el terrorismo internacional aproveche la porosidad de la frontera para atacar EE UU.

Los sin papeles detenidos son recluidos en centros de detención de inmigrantes antes de su puesta en libertad o deportación a sus países de origen, mayoritariamente en América Central, pero también de otras muchas nacionalidades. Según los documentos, los cuerpos de seguridad norteamericanos implicados en la lucha antiterrorista consideran anárquico el funcionamiento de los servicios de inteligencia mexicanos y se muestran irritados por la corrupción institucional. "En lugar de concentrar a los detenidos [inmigrantes indocumentados] en una instalación cerca de la capital, las autoridades migratorias detienen y liberan a los detenidos en el mismo lugar donde los encontraron", lamenta la embajada en un informe enviado al subdirector del FBI (Oficina Federal de Investigación), John S. Pistole, poco antes de su viaje a México en 2008.

No cita el cable el motivo de buena parte de las detenciones: la extorsión de los indocumentados, liberados a cambio de pagos en efectivo o en especie. Las quejas norteamericanas sobre irresponsabilidad policial tuvieron su efecto. "El CISEN, que es nuestro principal interlocutor en la lucha antiterrorista, ha permitido a funcionarios del Gobierno de EE UU entrevistar a los extranjeros detenidos en los diferentes centros de detención desplegados por todo el país para recabar potencial información sobre terrorismo". EE UU considera que la extensión de su frontera sur con México y el escaso control policial ejercido por la policía mexicana sobre el intenso cruce de personas y mercancías lo convierte en un país adecuado para los grupos terroristas dispuestos a lanzar un ataque contra su territorio.

"Un caos rampante, la generalizada corrupción y la incapacidad del Gobierno para combatir esos fenómenos han sido percibidos como unas preocupantes amenazas por quienes buscan en nuestra frontera sur signos de potencial infiltración terrorista", comunica la embajada al subdirector del FBI. El presidente Calderón, según se precisa, está tomando medidas contra ese desorden, con el despliegue de 40.000 soldados, entre otras medidas, pero su Gobierno "tiene otra mirada" respecto a los asuntos de seguridad que interesan a EE UU. Su ofensiva contra el delito organizado desencadenó "violentas luchas dentro de los carteles, así como ataques a los cuerpos de seguridad y un número récord de muertes relacionadas con el narcotráfico". Más de 15.000 personas perdieron la vida el pasado año en muertes relacionadas con el narcotráfico, casi el doble que en 2009; y entre 2006 y 2009 los diferentes cuerpos policiales detuvieron a 99.115 personas en su cruzada contra las drogas.

El embajador en México, Carlos Pascual, alertó sobre el pobre aprovechamiento de los servicios de inteligencia mexicanos, en un informe de noviembre de 2009 remitido al Departamento de Estado. Cita la desconfianza, los celos y la rivalidad entre los diferentes aparatos de inteligencia nacionales como sus principales vicios. No es la primera vez que la legación diplomática denuncia esa descoordinación pero en esta ocasión constata la falta de interés de altos funcionarios en su erradicación: "En una reciente entrevista con funcionarios de la embajada, el secretario [ministro] de Defensa, Guillermo Galván, demostró escaso interés en reforzar la cooperación con otras agencias".

Para EE UU es fundamental aunar esfuerzos, pero a la espera de que así sea, pide a México acelerar el paso contra la corrupción y propone la creación de una policía interna para descubrir a los agentes vendidos al delito, y la utilización del polígrafo en las unidades policiales con información y misiones de envergadura. La situación es alarmante, puesto que la mafia esquiva frecuentemente a la miríada de organismos que participan en la lucha contra el narcotráfico, entre ellos la Secretaría de Defensa y la Marina, el CISEN y la Secretaría de Seguridad Pública (Ministerio del Interior) junto a la Procuraduría General de la República (Fiscalía General) y la Policía Federal. Los 31 Estados de la República y el Distrito Federal, sede de la capital, también cuentan con servicios policiales y de información propios.

Por definición, el CISEN debiera auxiliar, coordinar tareas y procesar la información de otras agencias, pero carece de la capacidad para hacerlo, al toparse con los militares. Sin el liderazgo del CISEN, que pugna por conseguirlo, los servicios de inteligencia que persiguen a narcotraficantes, secuestradores, traficantes de armas, personas y dinero rinden cuentan a sus propios jefes, que administran la información a conveniencia o la subastan. Los carteles atrincherados en Chihuahua, Sinaloa y Tamaulipas son especialmente violentos y utilizan cualquier medio para conservar sus feudos.

Tres meses después del envío al Departamento de Estado del informe diplomático sobre el anárquico funcionamiento de los servicios de inteligencia, Calderón solicitó ayuda a la secretaria de Seguridad Interior norteamericana, Janet Napolitano, para poner orden en Ciudad Juárez, con un millón y medio de habitantes, ciudad fronteriza convertida en emblema del delito. Concretamente pidió la entrada en liza del Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC), población norteamericana situada frente a Ciudad Juárez, al otro lado del río Bravo.